Semanario Revolución Obrera Nº 309
4 de febrero de 2011
A finales de los años 50’s sonaba como una frase abstracta afirmar que en los Estados entonces socialistas como Rusia y China, la burguesía montara su cuartel general en el Partido Comunista y su centro estuviera en los más altos niveles del Partido y del aparato del Estado. Hoy, más de medio siglo después se puede observar con toda claridad el profundo significado de esta verdad aprendida con enorme sufrimiento para las masas trabajadoras del mundo.
En Rusia se ha develado, con el caso de la captura de Kosyguin, que con las privatizaciones de las empresas estatales los jefes del Partido revisionista lograron una enorme concentración y acumulación de capital. Con Kosyguin al frente del Estado en los años 80, la burguesía burocrática revisionista tomó medias para hacerse al control de todos los negocios del Estado y acumular la plusvalía en sus propias manos.
A esos señores respaldó el Partido Comunista Colombiano, llamado mamerto, a esos señores respaldó también el troskismo internacional, condenando a Stalin de dictador por impedir, mientras vivió, que la burguesía tomara las riendas del Estado.
Lo mismo sucede en China: Los grandes jefes del Partido son los que dominan todo, son los grandes banqueros, constructores. El presidente chino Hu Jintao es uno de los hombres más ricos del mundo. China pasó de ser un país socialista a convertirse en baluarte del imperialismo y la reacción, el Estado de obreros y campesinos dejó de serlo para convertirse en una máquina al servicio de los intereses burgueses de la nueva clase dirigente en China.
Hu Jintao, dicen los medios burgueses, es el hombre más poderoso del mundo: Cuenta 1.3 billones de personas bajo su mandato opresor, es el director de una de las maquinarias dictatoriales más fuerte del mundo. Es un multimillonario y es el secretario general del falso Partido Comunista Chino. Su riqueza y poder dictatorial le da este puesto entre todos los explotadores.
En un país donde fue restaurado el capitalismo en la esfera de la economía, al igual que en todas las otras esferas de la sociedad, quitar el rótulo de país comunista, es una de las pujas entre la burguesía China y el imperialismo internacional y ello explica la disputa por liberar al premio nobel de paz.
En los países europeos dirigidos por la socialdemocracia, su programa de humanizar el capitalismo muestra también sus resultados medio siglo después: la crisis capitalista pone al denudo su asqueroso engaño, con los millones de despedidos y las medidas antiobreras, así como deja en claro su papel de coimas del capital parásito financiero, a quien vendieron países como España, Portugal y Grecia hoy quebrados por las deudas.
La traición de los jefes revisionistas y los resultados incontrovertibles de sus favores al imperialismo reafirma la divisa de Lenin: la lucha contra el imperialismo no es más que una frase vacía y falsa si no está ligada a la lucha contra el oportunismo.
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