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ARIEL COLMENARES


AGOSTO 2011

jueves, 8 de abril de 2010

Iran: Prepárense para enterrar a la República Islámica


Prepárense para enterrar a la República Islámica
Partido Comunista de Irán (MLM)
Semanario Revolución Obrera 22 de marzo de 2010

Publicamos a continuación extractos
de un folleto del Partido Comunista
(Marxista-Leninista-Maoísta) de Irán,
con fecha del 5 de febrero, publicado con
motivo del 31 aniversario del levantamiento
popular que derrocó al Shah en
1979. Los extractos son tomados del
Boletín del Servicio Noticioso Un Mundo
Que Ganar del 8 de febrero de 2010.
Mientras millones de personas iraníes
en todo el país esperan el 11 de febrero,
sus corazones están latiendo duro.
Hombres y mujeres valientes están
planeando convertir esa fecha en un día
decisivo. El enemigo también tiene la
intención de permanecer en el campo y no
perder su balance inestable. La consigna
coreada por la gente "¡Abajo la República
Islámica de Irán!" saldrá del corazón y
encontrará eco en otros corazones.
Durante los últimos ocho meses el
movimiento del pueblo iraní contra el
régimen ha inspirado a mucha gente del
Medio Oriente y de otras partes del
mundo. Ellos también están esperando
con entusiasmo el 11 de febrero. Los
imperialistas occidentales y Rusia y
China que son todos tan reaccionarios
como la República Islámica ya están
especulando sobre "Irán después del 11 de
febrero" y expresándose su preocupación
sobre el "futuro de Irán y el Medio
Oriente" — !lo que significa una preocupación
sobre sus intereses en Irán y el
Medio Oriente!
El 11 de febrero de este año llega
después de las manifestaciones de Ashura
[26 de diciembre] que fueron un punto
decisivo para el movimiento antirégimen.
En las manifestaciones de
Ashura las personas cruzaron las líneas
rojas trazadas e impuestas por Mousavi,
Karoubi y otras cabezas del movimiento
"Verde" coreando "Muerte al Líder" [el
ayatolá Jamenei] y pisoteando el carácter
religioso de Ashura. Esas protestas
asestaron un duro golpe a los líderes
fundamentalistas islámicos que se han
impuesto a nuestro pueblo desde 1979, y
anunciaron el fin de su régimen. Este
evento aterrorizó al "Líder" (de la
República Islámica) y a los que le rodean
y provocó que buscaran desesperadamente
formas absurdas para evitar la pérdida
de toda su autoridad. Incluso Mousavi y
Karoubi se refirieron a las personas
"contra el sistema" con miedo y recalcaron
una vez más su lealtad al sistema de la
República Islámica. Fueron tan lejos
como para reconocer la legitimidad de la
presidencia de Ahmadinejad, y ofrecieron
una nueva ronda de negociaciones y
mediación entre las dos facciones como
una "manera de salir de la crisis". Pero es
demasiado tarde. Las personas que han
llegado a experimentar y comprender la
naturaleza antagónica de la República
Islámica no pueden ser arrastradas a la
mesa de conciliación.
Para mantenerse en el poder, la
camarilla gobernante no tiene otra opción
que continuar su supresión. Pero por
razones políticas, no es capaz de utilizar
todo su potencial combativo. La dinámica
de la situación es tal que más represión
dará lugar a un pueblo más militante y
decidido, así como le costará al régimen
más de su base y apoyo. Por un lado, los
líderes de la facción reformista de la
República Islámica no quieren que el
régimen islámico sea derrocado bajo
ninguna circunstancia. Por eso están
mostrando su disposición para conciliar.
Por otro lado, se dan cuenta de que si no se
adaptan a esta nueva situación, pueden
esperar un futuro sombrío. Después de las
manifestaciones de Ashura, los Estados
europeos que han tenido 31 años de
relaciones casi ininterrumpidas con la
República Islámica han llegado a la
conclusión de que el régimen islámico no
durará mucho tiempo. Por tanto, han
comenzado a cambiar su política exterior.
Todos los centros de poder a escala
mundial están contendiendo y discutiendo
entre ellos acerca de cómo determinar
el futuro. Cada uno busca tener la máxima
influencia en el futuro de Irán. Pero lo más
importante es que ellos saben que ahora
más que nunca, en la complicada situación
de esta región, los acontecimientos
en Irán tendrán un impacto en los países
del Medio Oriente y pueden hacer añicos
sus cálculos y planes.
El derrocamiento de la República
Islámica está objetivamente en la agenda.
Pero hay una pregunta más grande que
aún no ha sido resuelta y que nuestro
partido debe poner en la agenda de los
militantes veteranos y la nueva generación:
¿Qué se debe hacer para no repetir la
amarga experiencia de hace 31 años? En
ese tiempo millones de trabajadores,
intelectuales, campesinos y las nacionalidades
oprimidas (kurdos, turcomanos,
Azari, árabes y baluchis) se reunieron en
un movimiento que derrocó a la monarquía
despótica. Pero las fuerzas fundamentalistas
islámicas bajo Jomeini
robaron el liderazgo de la revolución. Las
potencias capitalistas del mundo, encabezadas
por los EE.UU., abrieron rápidamente
el camino para que los fundamentalistas
islámicos tomaran el poder para
evitar que el movimiento popular desarrollara
un objetivo que fuera más allá de
oponerse a la monarquía y que bajo el
liderazgo de los comunistas revolucionarios
terminara el funcionamiento de todo
el sistema de opresión y explotación.
La revolución fue derrotada. Una
autocracia religiosa sustituyó a la monarquía
despótica.
El mismo peligro amenaza al movimiento
popular una vez más. De que
ocurra o no una repetición de esa experiencia
y otras amargas experiencias
como la revolución constitucional (1908)
y el golpe de estado del Shah apoyado por
la CIA (1953) depende de si será construido
o no un polo comunista en el movimiento
popular, uno con un programa
claro y transparente para el futuro de
nuestra sociedad (es decir, el carácter del
clase y económico-social del futuro
estado), por un partido comunista que no
sea un residuo del movimiento comunista
del pasado, sino una vanguardia del
futuro. Un partido que, en relación con la
lucha del pueblo lo lleve y allane el
camino para el derrocamiento violento de
la clase explotadora. Este 11 de febrero
debe ser el comienzo de una revolución,
con respuestas claras a estas tres preguntas
principales: ¿Qué queremos? ¿Cómo
puede lograrse? ¿Bajo qué tipo de liderazgo
se puede lograr esto?
Para formar tal polo el movimiento
popular actual debe volverse cada vez más consciente. Nuestras consignas y
nuestras demandas deben ser una guía
para el derrocamiento de la república
islámica, y deben reflejar la sociedad del
futuro — una sociedad que tiene características
cualitativamente diferentes de la
actual. Nuestros métodos de lucha deben
mostrar la seriedad y la gravedad de los
antagonismos de clase. La facción
reformista del régimen y los intelectuales
que los apoyan advierten a los jóvenes
sobre las formas no-pacíficas de lucha y
predican contra los "desventajas" de la
lucha armada. Sin embargo, estos hipócritas
son conscientes de que el sistema de la
República Islámica está protegido por un
ejército armado hasta los dientes y las
fuerzas de seguridad criminales y horrorosas,
y estos mismos reformistas cuentan
con la influencia que tienen en los cuerpos
de Pasdaran, el ejército y otras fuerzas de
seguridad.
Las facciones reformistas, al igual que
todos los gobernantes reaccionarios, se
ven a sí mismos como los únicos dueños
legítimos del derecho a poseer y utilizar
armas, exactamente igual a como ellos
ven su propio poder político como lo
único legítimo. Pero los intereses de la
mayoría de las personas dependerán de si
las personas más oprimidas estarán en las
primeras filas y si se convertirán en las
principales fuerzas de la revolución y bajo
un liderazgo comunista se tomen el poder
del estado — y sobre esa base crear una
sociedad que esté controlada por el
pueblo y al servicio de la mayoría de las
personas.
Es imposible que las formas "pacíficas"
de lucha le arrebaten el poder político
de las garras de aquellos cuyos intereses
económicos profundos están protegidos
por las armas y fuerzas militares. Es sólo a
través de la guerra revolucionaria que la
gente puede destrozar las fuerzas militares
del enemigo y ganar el poder político.
La preparación es necesaria para el
lanzamiento de una guerra revolucionaria,
y un sector avanzado del pueblo debe
ser consciente de esa necesidad y organizar
su fuerza en esta dirección.
Transformar las luchas callejeras en
batallas organizadas y planificadas es un
paso importante hacia esos preparativos.
Romper las puertas de la prisión de Evin,
castigar a los mercenarios del régimen en
las calles y barrios, lograr las demandas
como "Libertad para los presos políticos"
y "Abolición del hiyab obligatorio" [que
cubre la cabeza] todo esto es parte de la
lucha para derrocar este régimen. En estas
batallas las masas aprenderán cómo
responder a la violencia injusta con la
lucha justa y sin concesiones, cómo
negarse a tolerar esa violencia y humillación,
y saborear la vida real y su lucha
llena de significado.
Este régimen será derrocado, pero se
resistirá hasta el último momento. Así que
debemos estar preparados para el baño de
sangre por estos criminales. Eso significa
que los jóvenes deben estar preparados
para defender a su pueblo y su libertad con
uñas y dientes.
No debemos permitir que los mercenarios
del régimen ataquen fácilmente a la
gente. No debemos permitir que estos
mercenarios secuestren a los jóvenes de
sus casas ni irrumpan en las residencias
universitarias, ni que ejecuten a las
personas en sus mazmorras medievales.
No debemos permitir que cuelguen a
nuestros jóvenes, en público o en lugares
escondidos. No debemos permitir que
maten a pedradas ni a una mujer más. No
debemos permitir que sus oídos y ojos
[los servicios de inteligencia, de la milicia
Basiji y soplones] controlen nuestros
lugares de vivir y de trabajo.
En otras palabras, tenemos que ganar
nuestra libertad y lo que nos pertenece
con nuestras propias manos, ya sea con la
pistola o el puño.
El proceso de la caída de este régimen
ya ha comenzado. Su régimen horrible
nació el 11 de febrero de 1979 (22 de
Bahman 1357). Que el 11 de febrero 2010
sea el comienzo de su muerte.
Coreemos la consigna "Abajo la
República Islámica" y extendámosla a lo
largo y ancho de todo el país. Debemos
trabajar para que los trabajadores —hombres
y mujeres— salgan de las fábricas y
los suburbios pobres y se unan a la
multitud del pueblo y fortalezcan las olas
de lucha y resistencia del pueblo. Que
nuestra juventud comunista, con sus
banderas de color rojo brillante sean los
heraldos de un nuevo futuro, un nuevo
sistema político, económico y social que
lleve el estandarte de la emancipación de
toda la humanidad.
No podemos dejar que los líderes
Verdes tracen el futuro o establezcan sus
horizontes. De lo contrario, como en los
últimos 31 años, ellos utilizarán el engaño
y la hipocresía para fortalecer los pilares
en que la República Islámica descansa.
La máquina de la República
Islámica ha estado continuamente
moliendo con sus prisiones, tortura y
ejecución a los comunistas, a los
combatientes por la libertad, a los
huelguistas, a los jóvenes que se
sienten frustrados por la falta de
trabajo y un futuro, y a las mujeres
que se atreven a negarse a usar las
cadenas de la esclavitud. Pero al fin
los ríos de ira y odio en contra de
toda esta opresión e injusticia se
están convirtiendo en una tormenta
que va a enterrar a la República
Islámica para siempre

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